Comienza un nuevo día.
Es una dicha, se siente la fuerza juvenil de los principios. Tengo que hacer lo que tengo que hacer.
Y lo primero que tengo que hacer
es seguir con la lectura en curso;
cada palabra, cada frase,
el disfrute línea por línea,
verso tras verso.
Y estar atento, tenso a punto de saltar emotivo ante la ocasión,
el menor asomo de la oportunidad de escribir algun texto poético o, al menos, salpicado de literatura.
Entre leer y escribir se me va el día,
y así me gusta que sea.
A estas alturas de mi vida
se acabaron las aventuras heroicas,
todo es mansa continuidad.
Que así sea, vivir tranquilo
y a la noche, dormir apacible.
Eso me basta y me sobra.