Roderico Rodríguez, escritor costarricense

Afán de vivir para siempre

La vida es como un juego cuando se es niño.
Y se va rápido, quemando etapas.
La escuela, el colegio, la universidad
y el afán de obtener una profesión.
Luego trabajos, contratos,
más trabajos y así hasta el retiro.
Y cuando uno se percata ya está retirado.
Y como faltaba lectura,
pues a leer y seguir estudiando.
Y escribir, si, a algunos nos da por escribir.
Y en un dos por tres ya está uno en los finales.
Y se muere y se acabó.
A grandes rasgos esa es la historia de tantos como yo.
Viene la muerte y después nada.
(Esa nada es como decir el vacío, para la entidad que llamamos persona;
los restos materiales siguen su proceso de transformación eternamente).
El recuerdo del muerto en vida queda por un tiempo en el mundo de los vivos,
pero el muertito ni cuenta se da.
Solo en vida se vive lo vivido,
es una tautología pero es así.
Y hasta parece un absurdo.
Vivir para la muerte
y más aún,
vivir para el olvido.

Dado el absurdo de la vida,
veo con indulgencia y comprensión a los creyentes católicos,
que se han inventado la vida después de la muerte.
Con la observación eso si,
de que se les va la mano
aspirando a una vida eterna,
que no tienen ni la menor idea de cómo puede ser.
Tal vez haya buena fe en esa creencia,
pero también hay gula,
que es el afán de vivir para siempre sin propósito alguno.