Lo recuerdo bien,
el aula tras el salón de actos,
cuyas ventanas dan al patio interior izquierdo de la escuela.
Ella estaba sentada en línea perfecta
de visibilidad conmigo.
Estábamos en 3 grado de la escuela
y se veía que era mayor que los demás.
Lo primero que me atrajo fue la pantorrilla desnuda de su pierna derecha.
Después vi la protuberancia viva
de sus pechos en la blusa,
la fresca piel rosada de sus brazos,
la boca entreabierta, humedecida.
Ella ni cuenta se dio.
Llegué a sentir complacido el olor de su cuerpo, aspiré y aspiré,
y me quedé cimbrado,
en una conmoción inocente de placer sexual, sin saberlo,
llegando hasta el fin,
cuando no eyaculaba siquiera.
Fue la primera vez en mi vida.
