Las palabras concretas nos sirven
para decir la realidad,
con la humildad que las caracteriza,
no pretendiendo sustituirla.
Su propósito es una aspiración,
ser un doble de la realidad,
no suplantarla.
La realidad de los hechos, de las cosas
y de las palabras que los dicen,
nuestra realidad.
Somos animales grafómanos,
las letras son un fruto exclusivamente humano.