Cada mañana, cada día,
cada noche.
Gira la infinita rueda del tiempo.
Y nosotros simples pasajeros.
La ruta es a través de las estrellas
y no hay estaciones
ni tampoco una terminal.
El viaje de las estrellas es
continuo y sin destino conocido.
No tiene sentido,
salvo la entelequia del viaje.
Viajar por viajar.
Parece mentira.