Vivir.
A todos nos cuesta y ha costado.
Y nos seguirá costando hasta la muerte.
Así es y ha sido siempre la vida.
No es ji ji y está bien que así sea.
Pero hay un grano en el arroz
y hay que limpiarlo.
Vivimos arrastrando la carga de
lo vivido en la inconsciencia del útero y la niñez,
y buena parte de la pubertad despreocupada.
El fardo de las culpas que son de los demás.
Hay que rebelarse rabiosamente si es preciso.
Erigirse limpiamente en uno mismo
y barrer para afuera tanto lastre
sin cargos de conciencia.
Alivianarse, transparentarse.
Y construir las alas para emprender
el vuelo de nuestra propia vida.