Una vez mi tio Lalo,
mi único tío, me dijo,
viéndome a los ojos,
“Mano, yo ya quiero morirme”.
Hoy lo recuerdo agradecido,
como una lección de vida
para la muerte.
Una vez mi tio Lalo,
mi único tío, me dijo,
viéndome a los ojos,
“Mano, yo ya quiero morirme”.
Hoy lo recuerdo agradecido,
como una lección de vida
para la muerte.