Vivo al margen de los aplausos munificentes
y del oprobio de la reprobación.
No me interesan, no me importan esos linderos extremos
de la pobre condición humana. Estoy aquí, delimitado a mí,
en mi propia y solitaria celda del espacio tiempo.
Y desde ahí, íngrimo,
mi beneplácito y buenos deseos
para mis cercanos congéneres.