He cambiado en mi vida
ideas y maneras de ser.
En algunos aspectos esos cambios fueron notables, especialmente cuando se trató
de prejuicios que venían desde la niñez.
Y de otros que se cultivan en las familias
y en la vida burocrática.
Cambios así no se dan
sin dolor, hay que sufrir,
sólo, en silencio.
Y solitario seguir adelante.
Es una íntima crisis de personalidad
que puede llevarlo a uno
quién sabe dónde.
Todo se pone en juego,
nada es seguro e inamovible.
Una íntima conmoción.
Y la relación con el medio circundante de conflicto
y asombro.
Cambios de vida que implican cambios de mundo, de ideas,
de quehaceres, de relaciones humanas.
He tenido que pasar ineludiblemente,
por un túnel oscuro,
de sustos y sorpresas.
Todo se remueve,
pero salir con vida vale la pena.
Haberme jubilado fue clave para mi.
A partir de lo vivido ir
desechando, cambiando,
olvidando, iniciando.
El entusiasmo es clave.
A veces a prueba y error,
Siempre alerta ante mis propios ardides.
Y así hasta alcanzar una propia identidad,
la que quiero
y cultivo con mis actos.
Nada de otro mundo, pero sí
yo mismo, hecho a mi manera,
con mis propias limitaciones y virtudes,
paquete completo como dicen.
He tenido que conciliar conmigo mismo,
para venir a ser ese otro que soy,
a partir de mí mismo.
Y que me gusta ser.