Estoy contento sin saber porqué, pero pensándolo mejor, caigo en la cuenta que tiene que ser por algo.
Obvio de toda obviedad.
Y resulta que temprano recorrí el jardín de la casa, comprobando la buena salud y la alegría, me atrevo a decirlo así, de todos los arbolitos y las plantas que he sembrado.
Exhalan belleza y deseos de vivir.
Qué dicha, qué alegría, es la alegría y la dicha.
Y para colmo de colmos, me he pasado la mañana leyendo El gato pardo, cuya prosa tiene una sencilla y liviana poesía.
Miel sobre hojuelas, nada más que pedir que un par de tequilas margarita,
y seguidamente el almuerzo.