Roderico Rodríguez, escritor costarricense

Vida Menesterosa del Poeta

Parece mentira pero a plena luz al descampado, hay que andar a la caza de la inspiración.
Mendigando.
Esa fierecilla de la primera frase, o de la última, o de alguna chispa que lleve al texto.
Qué vida menesterosa la del poeta.
Es tan simple y común, pero a la vez, por más acostumbrado que esté, de pronto, sin previo aviso, se percata que no sabe cómo es.
Se queda mudo.
Por más que le haya sucedido tantas veces se sorprende.
Se empantana.
Así pasa con la imaginación.
Y la poesía ni se diga.
Es, como dice don Octavio Paz, un bosque que crece y se enmaraña y cuyo centro es secreto (perdone don Octavio).
De modo que estoy en la poza de los ahogados de mi niñez, donde las orillas se alejan cuando me acerco.
Y yo en su centro, chapaleando angustiado. Pasan y pasan los años pero, esencialmente, la memoria sigue intacta.