La vida es un proceso de principio a fin.
Corto o prolongado es relativo.
Depende de las vicisitudes cotidianas
y nuestra actitud ante la vida.
Casi siempre el tiempo se va veloz.
Vista en retrospectiva,
desde el atalaya de una avanzada edad,
la vida se ve más bien corta, fugaz.
Como si todo lo vivido estuviera compacto en un brevísimo tiempo.
Lo deseable es estar atento y sacarle el jugo a cada instante.
No siempre es así, desgraciadamente.
Nunca se termina de aprender a vivir.
Y cuando ya casi se logra viene la parca.
La expectativa de vida tiene límite natural.
Y es que la vida es así, no hay otra.
Viene siendo como una carrera de relevos.
Unos vamos saliendo del certamen, otros permanecen por un tiempo más, y otros se agregan.
Los actores cambian.
La vida continúa.