Lo que busco siempre es el símil, la correspondencia o el contraste, el momentáneo contacto entre cosas, entidades, ideas, imágenes.
Es la clave, el santo y seña de la poesía.
Una vez que se tiene es cuestión de ponerse a escribir.
Y de una vez o con trabajo de taller, nace la criatura.
Ese es el propósito, el fin ultimo.
El fin accesorio es dar a conocer.
Pero, ya lo dije, hay que tener llave en mano, que es la sintonía que se inventa donde no necesariamente la hay.
Es una creación momentánea.
Luego se disuelve en el texto.
Y uno se aparta.
Y ya está, eso es todo.
Al fin y al cabo el poeta es un menesteroso de sentimientos y recursos expresivos.
Es tan pobre, que tiene por arsenal la inspiración elusiva y las humildes letras.
Nada más.