Llueven cristales en este desierto de metal, mis oídos murmuran dolorosos el qué dirán los fantasmas con sus aplausos huecos.
Algo me sangra indignación en este paraje temporal: no sé si nací con vocación de asceta para sobrevivir a la mentira desde lo alto de una gruta.
Mis sueños se desgajan, mis alas se derriten, el arcoíris es una idea y el sin sentido se alimenta con frutas de fracaso y soles muertos.