De una casa que no es mía, me siento a sudar con la pluma el sentido de ésta, ...mi existencia.
Sentado en la mecedora, de quien fue mi madre, con los pies en la baranda, observo las palmeras de mercurio, al parque con su río verde y a las nubes apoyándose sobre un inmenso sauce.
Los cables van y vienen, los ríos de asfalto se congelan y uno que otro ser flota indiferente. La luna se asoma con verguenza, los grillos compiten con mi estéreo, nada se mueve en esta isla de mediocridad.
La noche está inconsciente, la armonía es histórica y aquí me encuentro... midiendo esta quietud circunstancial.
Sólo, renaciendo en el desierto, no acepto tal paz, cuando abortar es una necesidad y doblegar conciencias es común.
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