¿Cuánto tiempo más?
Sangro
Alberto Avilés
Anabelle
¡ Qué torpe ridículo hacen con tu nombre !
Abusan de tu naturaleza
para justificar el machismo
de anaconda y cascabel.
Ana,
es un nombre intuitivo y singular;
si soy padre de una niña,
la llamaré: Anita, Ana Fe.
Es curioso como el miedo confunde
la hipersensibilidad de la cascabel,
y la majestuosidad de la anaconda.
Hay variedad de sentencias,
una favorita
la escuché de labios de mi madre:
” Para subir a la cima se debe ser
Águila o serpiente.”
Y no me es surrealista
el maltrato pasado de tus alas,
pues te negó la magia china
de ser un bellísimo dragón alado;
el que no se arrastra
si no llora oro
con su vientre desangrado en violetas.
¡ Soy !, sólo eso.
Mas atrapo tu perfume
al restaurar las alas
de mi pantera azul.
He probado las uvas ácidas
de esta ilusión material,
frente al espejo.
¡ Ja !, exclaman todos.
Y me importa un rábano
la impotencia de la razón,
cuando el sol gobierna mi verdad,
y lo considero.
Veo el fin de este desierto de ternura,
con ríos venenosos y animales hedonistas.
Los astros se derriten
para saciar con rigor este ayuno,
para cruzar la puerta de la vida,
con la gloria del sentido…
¡ Reales como el ego falso
y la duda de amar !