Ha llegado la hora de abandonar la alegría de sus ojos.
Me alejé dos días de sus labios y aquí agonizo sin la textura de su piel.
Tengo miedo: ¡ Sí, Señor, no de salir del foso, ni de sangrar mi destino, tengo miedo de no aceptar Tu voluntad !
Mi pequeña llora lo que no lloro; por Amor a Tu Palabra, cuídala...
Sólo Tú sabes si la aurora anunciará... el sepelio del Absurdo.