Todo en esta vida tiene un costo.
Es ley de vida, natural como la lluvia.
Se necesita el intercambio de bienes y servicios
para poder vivir en colectividad.
Inicialmente, en la pequeña y descomplicada sociedad primordial,
fue el intercambio directo de tome y daca.
Pero en el mundo civilizado
de tanta gente viviendo en común,
ese tome y daca tiene que funcionar organizadamente,
de acuerdo a reglas y valores preestablecidos.
De ahí que vino al mundo un adán, allá por 1723 en Edimburgo, Escocia,
que se llamó Adam Smith,
y que inventó la fórmula del libre mercado,
para hacer organizadamente, según reglas,
aquello del tome y daca,
y así conseguir una adecuada distribución de la riqueza,
que permitiera satisfacer
las necesidades de consumo de los individuos y sus familias.
Pero resulta que la fórmula del libre mercado del señor Smith, amañada por el Homo Sapiens,
que es un tremendo “vivillo”,
no funcionó a plenitud.
Y lo que pudo haber sido no fue.
Unos pocos se adueñaron
de la mayor parte de la riqueza mundial,
al punto que hoy, según parece,
el 80% de esa riqueza,
está en manos de solamente el 20% de la población.
Y así el mundo vino a ser
el mundo de unos cuantos ricos muy ricos
y multitudes de pobres hambrientos.
Y si bien hay unos cuantos que estamos en posiciones intermedias de la sociedad,
y tenemos lo necesario para llevar una vida digna,
no somos una cantidad significativa,
para que la situación sea sostenible.
Lo que pretendía el señor Smith
con su fórmula del mercado libre,
era que la riqueza de las naciones se
repartiera equitativamente entre la gente,
de modo que aunque algunos, gracias a su esfuerzo, recibieran más y mejores bienes que otros,
alcanzara para todos.
A cada quien según su necesidad y según su trabajo.
Pero no fue así,
el pastel ahora se lo reparten entre unos pocos
y casi no queda nada para los demás.
El hambre campea por el mundo,
afectando a las grandes mayoría.
Y esto que trae desigualdad de condiciones de vida
trae violencia e inestabilidad.
Y hace imposible que se sostenga por mucho tiempo
la situación en el mundo tal como está.
Este problema se cierne ominoso sobre el mundo, agregado a la crisis del clima y al desastre ecológico.
Los individuos terminamos rápido nuestra paso por la vida,
pero la historia continua.
Esta situación no se podrá sostener por mucho tiempo,
y vendrán grandes catástrofes naturales,
ya las estamos viendo,
y convulsiones sociales que también han iniciado.
La situación es terrorífica.